“El delirio número 21”
“No me pidas una sonrisa si lo que tú das no es la vida”, dice la Mujer como síntesis del juego entre la risa y la muerte y entre el amor y la soledad, que la obra nos propone. Desear ser amados, nos puede llevar a buscar durante una vida entera la demostración de lo que profundamente no somos: ¿y si parte del delirio consiste en darnos cuenta de que, para encontrar, sólo tenemos que dejar de buscar…?
El delirio número 21 nos invita a dar vida a los peculiares vecinos de la calle Luna número 36, acompañándolos en sus insólitas peripecias, a medio camino entre la realidad y el ensueño, y disfrutando de sus simbólicos parlamentos, llenos de un humor a veces tosco y otras sofisticado. Pero, además, en una suerte de radiografía de lo humano, El delirio… nos permite mirar a esos “otros vecinos” que habitan en nuestro propio personaje: unos “vecinos” perdidos, miedosos, ingenuos, obsesivos, inseguros, por momentos tiernos y, a veces incluso, sabios, en busca de sí mismos. ¿Os suena?
Esta especie de “tragicomedia del absurdo” es uno de los múltiples cuentos que os podríamos haber contado, sólo que en éste los personajes no están seguros de serlo, la trama se pierde en la historia (o al revés) y el final es irremediablemente desesperado.
Nosotros le contaremos el cuento a la Niña porque era para ella, pero sin vosotros qué sentido tendría.
Manuel Bellisco
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Calle de la Luna número 36. Casa de 7 pisos. En el segundo, Guti, un hombre que perdió la funda, que perdió el beso y que se encuentra perdido en el juego de la Oca. En el primero Don Crescencio y su antiguo conflicto sin resolver, junto a algo que debe demostrar. La portería se desplazó al tercero y allí Emiliana controlando la circulación entre los pisos superiores e inferiores. Entre el tercero y cuarto un hostal que aparece y desaparece. En el cuarto una niña a la que van contando un cuento los vecinos. En el quinto un Escritor que va escribiendo sobre las cosas de Guti y Don Crescencio que le lleva Emiliana, la Portera. En el sexto la Mujer, haces riiiing y allí está. En el séptimo el Administrador, el que nunca da la cara.
Leo, el recepcionista del Hostal, sale de la casa para estrenar la obra teatral que ha estado construyendo en los últimos 19 años. Sale corriendo de la casa al escuchar que los vecinos han descubierto que era él quien se bebía la cerveza. Ya en la calle se da cuenta que ha dejado la obra en el Hostal, y no solo la obra, también ha olvidado EL SELLO. Nos dice Leo que le fue entregado por un cliente, el viejo Santi, que, según él mismo, le anunciaría el momento en que se debería representar la obra, y ese momento ha llegado. Debe volver a por el Sello y la Obra, pero se ha dejado las llaves en la portería. Si vuelve, la portera le llevará al Administrador, y ¿cómo enfrentarse cara a cara con quien nunca da la cara? ¿Cómo explicar por qué se bebió las cervezas?
Duración: 2h (con intermedio)
Equipo
Texto: Luis Luna Picornell.
Dirección: Manuel Bellisco
Música: Ángel Andrada
Grafismo: Rafael Miranda
Reparto:
Alejandro Hernán Fernández (Crescencio)
Auxi Gómez Fernández (Emiliana)
Camille Badaoui (Mujer)
Carlos Alberto Guisande Riduni (Guti)
Fernando Martín Domingo (Vendedor 1)
Jimena Collado Flórez (Niña)
Juan Pretel Molina (Administrador, Intruso, Vendedor 2)
Luis Luengo (Escritor)
Salvador Salgado Canet (Leo)
Agradecimientos a:
Ángel, Asociación Red de Solidaridad de Galapagar, Cecilia, Centro Cultural La Pocilla, CSA Ítaca, Daniel, David, Isabel, Jary, Julián, Julito “Marqués de Carabanchel”, Lucía, María José, Mayo, Raquel, Rosa, Teatro Montalvo, Vicente, y muy especialmente a Lucía Bellisco.